lunes, 6 de mayo de 2013

4. Problemática Gobierno vs Minería informal:




Contexto:
En la Cumbre de los pueblos, realizada en Cartagena en abril de 2012, se oyó decir que la minería había llegado tarde a Colombia. ¿Y lo que se llevó la corona española no fue precisamente el oro? ¿Y su extracción por rudimentaria no es minería? Diferente es la presencia de la gran minería producto de la asociación de grandes capitales para la conformación de transnacionales que irracionalmente explotan nuestros recursos. En las bolsas de Toronto y Vancouver, Canadá, se concentra casi el 80% del capital internacional destinado a la gran minería. Latinoamérica es prácticamente un paraíso minero, por ello el gobierno colombiano emprende, a través de sus embajadas, campañas en la búsqueda de mayor seguridad jurídica, laboral, tributaria y administrativa, para minimizar los riesgos de la inversión extranjera y asegurarle una ganancia extraordinaria.
Descripción problemática:
No hay país en Latinoamérica donde no haga presencia un mínimo de seis empresas mineras, cuyo centro bursátil esté en las ciudades canadienses anteriormente citadas; en Colombia, por ejemplo, Canacol Energy- Pacific Rubiales, es la más prominente, por el volumen de capital y por la producción de petróleo, que suma un poco más de 200.000 barriles diario.

Colombia está entre los países del mundo con mayor explotación minera, especialmente de carbón, oro y níquel. En las cifras sobre crecimiento en el 2011, entregadas por el (DANE), Colombia muestra un crecimiento del 5.9%, del cual el sector minero tiene la mayor participación con el 14.3%; de las exportaciones, las materias primas en el 2011 representaron el 65% del total. Los precios del petróleo oscilaron por los U$100 dólares el barril, el carbón 115 dólares la tonelada y el oro 1600,50 dólares la onza. Esto habla de la magnitud del saqueo.

Empero, todos estos logros de la minería, una de las cinco locomotoras del gobierno de Juan Manuel Santos, no están vinculados al encadenamiento del proceso productivo nacional; la minería actúa como eslabón suelto, y no coloca a Colombia en la vía del desarrollo económico, puesto que esta materia prima no es aquí objeto de ningún proceso de transformación, ni interviene en la transformación de otras materias primas. Más bien, la minería sume al país en el atraso, profundiza su dependencia, y pone al desnudo la perversidad del modelo neoliberal.

Sin embargo, carece el país de un Código Minero, lo que constituye de por sí un contrasentido; en el 2010, la Corte Constitucional declaró inexequible la reforma aprobada por el Congreso, por inconsulta ante las comunidades; hoy el gobierno nacional tramita de nuevo en el Congreso el Código de Minas. Las críticas dirigidas a este proyecto no se han dejado esperar, y se encaminan a llamar la atención por las pretensiones del gobierno nacional de crear un marco regulatorio a la pequeña minería para sacarla del contexto de la competencia a las multinacionales. Según el gobierno, la minería tradicional no tiene responsabilidad y es insegura, cuestión que sí asegura, según él, la gran minería por la alta tecnología utilizada.

Pero la presencia de proyectos de minería a gran escala atenta gravemente contra los trabajadores, el medio ambiente, y las comunidades, que están siendo desplazadas para despejarle el camino a la gran minería. Como ejemplo tenemos al Cerrejón, cuyos propietarios son las transnacionales: (BHP Billiton, Xstrata y AngloAmerican), MBX, Brasilera; Greystar Resources Ltda., La Medoro Resousces. En nombre del desarrollo, esta empresa ha contaminado el medio ambiente, desplazado y desaparecido a las comunidades nativas para que se enriquezcan empresas de capital extranjero, principalmente del imperialismo norteamericano del cual depende Colombia.
Es tal la dependencia, que al gobierno no le importa desplazar con el proyecto la Colosa a los mineros artesanales de Marmato; a pesar de que la operadora del proyecto, Anglogold Ashanti, que explota también la mina de oro más grande del país, en Cajamarca – Tolima, es una de las poquísima multada por la contaminación del medio ambiente. Por esto se han suscitado en Colombia grandes confrontaciones con las poblaciones vecinas a los proyectos; a pesar de que el gobierno nacional ha otorgado certificaciones de funcionamiento, la realidad es que atentan contra las poblaciones: generando desplazamientos violentos, pérdidas en algunos casos de ojos de aguas, contaminación del ambiente. Las comunidades son las que sufren directamente el impacto negativo de la minería a gran escala. Además, la recuperación de la capa vegetal en las áreas de explotación a cielo abierto, así como lo fue su composición centenaria, así será su recuperación.
Por eso las luchas levantadas por la defensa del Páramo de Santurbán, Santander, la que se prepara en La Guajira en contra de la decisión de la BHP Billinton, Xtracta Anglo American de desviar el Río Ranchería en 26 kilómetros, porque guarda bajo su curso un manto de carbón con una reserva aproximada de 500 millones de toneladas, y la desaparición inmediata del ojo de agua de Cañaverales, cuando entre a funcionar plenamente la MBX, de donde se han surtido de agua por centurias sus habitantes en el sur de La Guajira. La utilización indiscriminada de mercurio y cianuro que contamina las aguas perjudica a las poblaciones adyacentes a las explotaciones de oro como en La Colosa, etc. La justeza de estas luchas demanda de la solidaridad de todo el pueblo colombiano y a estrechar lazos de unidad en el país, por la unidad en contra de la gran minería, por los perjuicios que ocasionan en el país.

Fuentes:

Por Camilo Galindo

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